1. Pregúntese en las necesidades de quién se está enfocando. No sea como aquel que intenta venderle algo que usted no quiere comprar. Su objetivo es ministrarles, no presumir de lo que la iglesia está logrando.
2. Concéntrese en la agenda de ELLOS, no en la suya. La gente deja de venir a la iglesia porque sus necesidades no están siendo satisfechas. Averigüe cuáles son sus necesidades. Si usted no puede conocerlas, tal vez otra iglesia si lo va a hacer.
3. Minimice las comunicaciones impersonales. Cartas, correos electrónicos y aún llamadas telefónicas carecen del toque personal. El punto es establecer contacto personal e intentar reclamar un alma para el Reino de Dios. Reserve cartas y tarjetas postales para recordarle a la iglesia los eventos. No contacte a alguien solo «para limpiar una lista de cosas para hacer».
4. Contacte a esos creyentes personalmente. «Usted puede llegar a más personas con helados que con una Biblia». Invite a estas personas a tomarse un café o comerse un helado fuera de la iglesia. Póngase en contacto con ellos para demostrar que les importa, y es mejor que lo haga en serio. Este es el tipo ministerio personal más importante; a la gente no le importará cuánto usted sabe de teología hasta que sepan cuanto usted se preocupa por ellos.
5. Escuche lo que quieren decirle. Aproximadamente el 80% de los que pierden interés en una iglesia, es porque la iglesia ha perdido el interés en ellos. Es posible que su iglesia deba modificar sus métodos de alcance, debido a que no están funcionando o son insuficientes para retener a los miembros existentes o atraer a otros nuevos. Aprenda de cada encuentro con ellos.
6. Disfrute de su tiempo con ellos. Si a usted no le gusta hablar con personas con las que puede pasar la eternidad, es posible que usted no esté posicionado correctamente en el ministerio. La gente puede percibir si realmente usted está interesado en ellos o solo está interesado en los números.
7. No se ponga a la defensiva con ellos. Si la persona tiene un desacuerdo serio con algún aspecto de la iglesia, escúchelos con atención y ore. No trate de defenderse de lo que ellos piensan, usted no los va a cambiar en una simple reunión. Es mejor construir un puente de confianza entre ellos y la iglesia, y dejar que el Espíritu Santo les guie a la verdad si están equivocados, y si es que usted está en lo correcto.
8. Acepte el enojo de ellos. La gente quiere saber que los demás se preocupan por lo que piensan y sienten. La mayor parte del enojo en la iglesia proviene de la falta de conocimiento o comprensión sobre una situación particular. El enojo indica pasión por un tema, así que no se lo tome como algo personal, úselo como una herramienta de diagnóstico.
9. No les pida dinero. El propósito de un contacto personal es ministrarles o ver si nuestro ministerio es necesitado o incluso posible. Si hay una necesidad de recaudar dinero, pídalo a aquellos que ya están comprometidos con la obra de Dios.
10. Mantenga una mente abierta. Si ellos le dan la oportunidad, escuche más de lo que habla. Usted aprenderá mucho escuchando lo que es importante en la vida de una persona. Los nuevos ministerios a menudo comienzan detectando una necesidad.
11. Busque aspectos recurrentes para que salgan a la luz. Usted o la iglesia pueden estar haciendo algo irritante o no satisfacer una necesidad que prevalece en la congregación. Esto se convierte en algo muy importante si la asistencia no está aumentando, o los invitados no están regresando.
12. Comparta los comentarios cuando se los den. Comparta esa retroalimentación con los otros líderes de la iglesia. Tome en serio los comentarios, especialmente si otros líderes descubren los mismos comentarios. No lo tome como algo negativo esto que está pasando en la iglesia, tómelo como una oportunidad para ministrarle a la gente de una manera más efectiva.
13. Haga los cambios que sean necesarios. Escuchar lo que hay que hacer y no hacerlo, es inútil y desperdicio de tiempo para todos. Una oportunidad no tomada en cuenta podría, en el peor de los casos, hacer que alguien nunca vea una razón para convertirse en discípulo de Jesucristo, o que se comprometa con la iglesia. No tenga miedo al cambio. La gente puede «quejarse» por ese terrible concepto de que «nunca lo hemos hecho antes de esa manera», pero a medida que conoce las personas, entiende su carácter y sus necesidades. Hay cosas que funcionaron con las generaciones anteriores que ya no funcionan con las nuevas. No espere que ellos se dobleguen a su estilo de liderazgo; doblegue su estilo de liderazgo para satisfacer las necesidades actuales de la iglesia.
14. Haga que su actitud sea una atracción para ellos. No hay nada más atractivo que esa actitud cálida y amistosa: «Conozco el camino y quiero ayudarte a llegar allí». Recuerde, más del 80% de los que visitan una iglesia (o se unen a ella) es porque alguien les pidió que lo hicieran. Las personas se involucran en una iglesia cuando ésta satisface sus necesidades y la ven lo suficientemente útil como para invertir su vida en ella.
15. Eduque a todos sobre los temas que usted escucha. Comparta con la iglesia la información que recopila. La iglesia necesita entender las necesidades y avanzar hacia nuevas ideas como un todo. Usted no está liderando la iglesia si ellos no siguen su liderazgo. La mejor manera de guiar a una iglesia hacia una nueva área es que desarrollen la propiedad de la idea. Será mucho más probable que adopten una idea cuando entienden que es de ellos.
16. Entrene a unos pocos, comience lentamente. No establezca un plan ante la congregación hasta que haya sido aceptado por el liderazgo de la iglesia, y haya sido probado a pequeña escala. Discuta primero los resultados de su investigación con el liderazgo de la iglesia, y junto con ellos desarrolle planes y opciones de oración para lo que la iglesia necesita cambiar. Pruebe esas ideas a pequeña escala. Solo después de que sepa lo que quiere hacer y haya orado para que Dios bendiga sus planes, debe presentárselos a toda la iglesia.
17. Concéntrese en el proceso, no en los resultados. A veces el enfocarse en los resultados puede conducir a atajos que no funcionan a largo plazo. También centrarse en los resultados puede llevar a una falta de progreso en la iglesia. Una alta madurez espiritual de una iglesia puede requerir numerosos pasos a lo largo del camino, pero los atajos nunca los llevarán a donde Dios los quiere llevar.
Totalmente cierto. Pero debemos digerirlo poco a poco para poder internalizar y colocar en práctica cada ítem.
Todo comienza con Oración. La concentración en lo que Jesucristo va hacer va a depender de mi compromiso con el programa.